Av. Pedro de Mendoza 1843/ 35
" ...Llegamos a creer que la vida es un pozo inagotable, sin embargo, todo sucede solo un cierto número de veces, y no demasiadas. ¿En cuántas ocasiones te vendrá a la memoria aquella tarde de tu infancia? Una tarde que ha marcado el resto de tu existencia, una tarde tan importante que ni siquiera puedes concebir tu vida sin ella. Quizás cuatro o cinco veces, quizás ni siquiera eso. ¿Y cuántas veces más contemplarás la luna llena? Quizás veinte, y sin embargo todo parece ilimitado..."
Paul Bowles
Estar frente a una obra de Vidal es una experiencia de escala. En un principio, parece someter su territorio estético a la visión maximizada de un microscopio, capaz de avizorar con un nivel de acercamiento extremo, elementos que de otro modo no se harían visibles al ojo humano. El perímetro del lienzo sugiere la continuidad de una muestra finita, que virtualmente se expande y extralimita hacia un magma que rebosa la realidad física del objeto pictórico. Pero más tarde, una percepción vaporosa arrima al espectador al desafío de moverse dentro de una nebulosa planetaria, donde flotan partículas siderales, de materia liviana, y allí la forma de habitar la plástica se vuelve macrocósmica, galáctica.
Quizá sean los restos de una supernova, una explosión estelar a punto de desintegrarse por completo. O una provocación entre la geometría y la gestualidad: las estructuras apolíneas pugnan por ganarle la pulseada al componente dionisíaco, que de tanto en tanto se cuela por una rendija accidentalmente abierta.Sin dejarle demasiado tiempo de reacción a ese impulso caótico, vuelve a tomar el control un elemento organizador. Una silueta, una trama, un vacío… cualquier factor decisivo para retomar el equilibrio.
Respetuoso de las reglas propias del lenguaje de la pintura, Vidal no traiciona su propósito de construir superficies planimétricas y articularlas mediante superposiciones, recursos gráficos, matices cromáticos, texturas obtenidas a partir de plantillas, e incluso palabras.El germen para ordenar esos grandes panoramas son los collages de pequeño formato, donde su afán racional cede ante el avance decidido de un abordaje sensorial. Y en esa transición, gobierna la incompatibilidad de materiales, la huella de la brocha yuxtapuesta a la del aerógrafo, losesmaltes y barnices entrando en colapso con la sustancia magra del acrílico...
Es que estar frente a una obra de Vidal es ya desarmar una manera de mirar, y tensionar los hábitos visuales para comprender que, fuera de cualquier interpretación, el arte invita̶por encima de todo ̶a sentir.
Lic. Yamila Valeiras
Curadora MBQM