MODENA DESIGN
Av. Figueroa Alcorta 2270 (frente a la Facultad de Derecho), Ciudad de Buenos Aires
Inauguración: lunes 4 de noviembre a las 19 hs
Coordina: Lucila Isaurralde.
"¿CÓMO LA VES, MEDIO LLENA, MEDIO VACíA?"
Ya el título de la serie es una declaración de principios. La copa tiene líquido y es el individuo quien la puede juzgar llena o vacía. A partir de un diálogo familiar la frase tuvo en Marcela Pittner el efecto de una epifanía, como suele suceder con estos raros fenómenos, ocurrió en el momento menos pensado. Pude llegar a parecer una frase banal y hasta un lugar común, pero no está exenta de sabiduría, la sabiduría de la philosophia perennis, aquella enraizada en lo profundo de todas las religiones. Los taoístas enseñan que en toda pérdida hay una ganancia y en toda ganancia una pérdida, uno elige el punto de vista. No está de más recordar aquel “cuento chino”: un caballo llegó a la granja de un campesino, su vecino lo felicitó por esa bendición; sin inmutarse el granjero le respondió: quién sabe si es gracia o desgracia. Al día siguiente el caballo huyó. El vecino se condolió de aquella pérdida, el granjero volvió a decir: quién sabe si es gracia o desgracia. Al otro día el mismo caballo retornó, esta vez con una tropilla y el granjero se convirtió en el más rico de la comarca. El vecino exultante, lo festejó, aunque el granjero pronunció las mismas palabras: quién sabe si es gracia o desgracia. Al siguiente amanecer su hijo montó un potro para domarlo, pero cayó y se quebró una pierna; compungido el vecino le mostró su pesar, y el granjero insistió con su “quién sabe si es gracia o desgracia”. El emperador con su ejército llegó a la comarca para reclutar soldados que seguramente morirían en una guerra cruenta, pero el joven herido no servía para el combate; su “desgracia” lo había salvado de una destino fatal. No hace falta aclarar la moraleja del cuento, juzgamos constantemente una cosa y la otra como bueno o malo, bello o feo, conveniente o inconveniente y una serie infinita de pares opuestos, sin embargo todo juicio es apresurado, pues desconocemos el plan divino, aquello que viene después. De una u otra forma las copas que ha pintado Marcela Pittner nos hablan de la misma cuestión, cada una de ellas es un personajes, las hay elegantes o retorcidas, rotas y sanas, enhiestas o caídas, alineadas o desbaratadas, algunas resisten el mantel que fue jalado y otras caen con el envión, las pinturas resultan ser un catálogo de emociones humanas. Curiosamente las copas son -de entre todos los palos de la baraja, espadas, bastos y oros- símbolo de la vida emocional, su carácter cóncavo las hace femeninas y receptivas. El universo de las copas es fundamentalmente sentimental y ese es el costado de la vida la que más nos duele y a la vez la que que mayor felicidad nos da. Marcela pinta objetos cotidianos, sin penas ni glorias, pero nos enseña que allí, agazapada, puede estar escondida la sabiduría, eso que nos enseña que la copa no está ni llena ni vacía, somos nosotros los que construimos nuestra realidad.
Julio Sánchez