OTTO Galería
Paraná 1158, Buenos Aires.
OTTO galería inaugura la muestra de fotos de Claudio Larrea, "Porteños".
SER ES SER EN LA CIUDAD
Por Juan José Sebreli y Marcelo Gioffré
Si hay algo que sintetiza el aporte de la escuela francfurtiana es el ensamble de sociología y filosofía. De ahí la importancia del flaneur que, caminando la ciudad con el ojo atento a lo que ocurre, arma un puzzle que puede darnos claves sobre la existencia. En el caso de Claudio Larrea y su muestra “Porteños” ese ojo es la cámara de fotos: como un cazador, va apropiándose de cruces inefables entre ciudad y ciudadano, anclado en la tradición del Horacio Coppola de Buenos Aires 1936.
Hay más de una toma en la que el hombre es una referencia aparentemente nimia, y por eso mismo potente, en medio de un paisaje urbano amplificado: alguien que trepa por el obelisco y parece una arañita recortada sobre la pared blanca, un cielo cargado de nubes y la torre del clásico edificio del Trust Joyero Relojero; chicos jugando a la pelota en una azotea entre cientos de edificios grises, medianeras leprosas y cables de alumbrado; una persona solitaria que se baja de su bicicleta para hablar por su teléfono celular bajo una enorme columna con un león alado; dos personas tomando sol delante del Palacio Pizzurno; un hombre convertido en un pequeño punto al pie de la subida de un garaje; hombres leyendo en un bar con piso ajedrezado, mientras el viento levanta las cortinas. ¿De qué nos hablan estas escenas sino de un desnivel de escalas? ¿De qué nos hablan sino de la asimetría entre el hombre y su entorno? Buenos Aires, una ciudad caminable, amoldada al pie humano, es el sitio donde ese hombre se siente cómodo. En las fotos de Larrea hay una exaltación secreta del individuo: es a la vez un asterisco y la terminal nerviosa por donde cruza lo significativo, lo considerable.
Dicen que la censura aguza la imaginación. Un subproducto de esa afirmación, a partir de la prohibición del retrato directo sin consentimiento, es la riqueza que adquieren los personajes con las caras tapadas (por zapallos, por pasamontañas o por un fonógrafo en venta) o directamente de espaldas. La ventaja es la ambigüedad, lo no dicho, lo que se puede entrever, como en esas espesas cabelleras que parecen manojos de alambres electrificados.
Hay por fin una serie de imágenes que introducen, no sin ironía, lo religioso y lo metafísico en la vida cotidiana: se inscriben en este registro una suerte de pantalla partida con una mujer tomando sol, a la derecha, mientras del otro lado caminan dos monjas totalmente tapadas con sus ropas características; el homeless musulmán tirado al lado de un cartel que pone en entredicho la educación; judíos ortodoxos cuya aparente formalidad anacrónica contrasta con un cartel que habla del tiempo y la cicatriz de la chapa municipal faltante; o, por fin, el cura concentrado en la publicidad de un aperitivo.
Otras escenas aluden a la degradación política de un país que no mira hacia adelante: una parada de colectivos vandalizada, con una pasajera esperando; pensionados protestando; un chico esgrimiendo un cartel publicitario de una gestoría que invita a acogerse a la jubilación sin aportes; una extraña manifestación al lado de una camioneta destartalada; un premonitorio vendedor de copitos que recuerda la explosión de un hongo nuclear. Tal vez pueda inscribirse en este lote, como condensación simbólica, la fotografía de una mujer intentando moverse dentro de un colectivo lleno y con una remera que tiene un ojo en la espalda.
Claudio Larrea
Nació en 1963 en Buenos Aires, Argentina. Se mudó a Barcelona en 2001 y luego regresó a Buenos Aires en 2010. Vive entre ambas ciudades desde el 2018.
Estudió en el Instituto Superior de Periodismo, Buenos Aires, Argentina.
Cursó una maestría en Técnicas Audiovisuales en el Instituto RTVE, Madrid, España.
Trabajó como director de arte gráfico en las revistas Playboy, Rolling Stone, MAN, Cosmopolitan (Argentina), Interiores (Barcelona).
Desde 1999 al presente es Director de Arte y Production Designer en publicidad, cine y videoclips para varias productoras en Argentina, España y Europa.
Combina sus trabajos de publicidad y cine con su gran pasión: la FOTOGRAFÍA.
Obtuvo el primer premio en el Concurso de Fotografía “Llocs del Món 2009”, Barcelona, España.
En 2015, Rise Art Gallery, Londres, Reino Unido y Praxis Art Gallery, Buenos Aires, Argentina y New York, Estados Unidos, comenzaron a representar algunas de sus obras fotográficas.
En 2016, Microsoft contrató una licencia mundial de un año para una de sus obras.
En 2017 exhibió en la Fundación Getty de Los Ángeles, Estados Unidos, en la exposición internacional "Cómo leer El Pato Pascual" (Pacific Standard Time).
También fue galardonado con el Primer Premio en el concurso de fotografía "Art Decó Buenos Aires".
En 2019, la Opéra national du Rhin contrató una serie de sus trabajos fotográficos para ser proyectados como único escenario en la ópera-tango “María de Buenos Aires” de Astor Piazzolla, en la ópera de Estrasburgo, Francia.
En 2021, realizó la exposición “Una Mirada Al Sur” en el IEFC Institut d'Estudis Fotogràfics de Catalunya, Barcelona, España.