Chalo Tulián
02/09/2011 - 24/09/2011
NC | Nave Cultural
Av. España y J. A. Maza Ciudad de Mendoza.
Chalo Tulián

Horario boletería y administración: martes de 10 a 13; miércoles y sábados de 10 a 13 y de 18 a 21; domingos de 18 a 21. Lunes cerrado.

Un escultor que moldea la materia y el espacio
Maestro de varias generaciones de estudiantes, trabajador incansable, artista versátil y personaje querido por la comunidad, Chalo Tulián, que nació en San Juan, pero vive en Mendoza desde hace varios años, fue convocado para realizar la primera muestra del flamante centro cultural La Nave, de esa ciudad.
“Es una muestra compleja, integrada por obras que son una mezcla bastante extraña entre todos los sueños que suele tener un escultor cuando empieza a trabajar en esa disciplina y a su vez, una serie de imágenes de su mundo interior que se han materializado con esa solvencia técnica que tiene y que despertó mi admiración allá por el año 89, cuando lo conocí”, explicó Laura Valdivieso, curadora de la muestra y directora del Museo de Arte Moderno de Mendoza.
Al recorrer la explanada exterior de La Nave reciben al visitante una serie de piezas de gran formato. Son esculturas de hierro soldado, enormes seres ondulados que anticipan y sintetizan dos aspectos que luego estarán presentes en todas las piezas de la muestra: el gran dominio técnico de el artista y su exuberante imaginación ligada a la cultura popular.
Tras atravesar la inmensa proa de vidrio que conforma la entrada, otro aperitivo de la abundante creatividad que luego se concentra en la sala principal, está dado por una instalación en el hall: un conjunto de pequeños seres que se mecen de un lado a otro, suspendidos del techo e iluminados por una luz dorada. Al aproximarse, el espectador descubre que se trata de llaves ensambladas para dar forma a diminutos esqueletos que se mueven sutilmente en una delicada y simpática danza. La obra tiene sabor a México, país donde el artista vivió entre el 1981 y el 1987, y atrae todas las miradas. La muerte y la vida conviven con naturalidad en esta lúdica propuesta, que sintetiza la suma de contrastes que habitan en la obra del artista.
“Después de muchos años comprendí que conviven dentro de mí, como en toda la gente, un ángel y un demonio”, dice Chalo Tulián. Esa dualidad se multiplica en otros aspectos que se materializan en las 50 obras que integran la muestra: la vigilia y el sueño, la vida y la muerte, la brutalidad y el reposo.
Al ingresar a la sala principal todo es inmenso. El espacio se vuelve una gran instalación, un escenario de techos altísimos, en el que las esculturas aparecen dispuestas como personajes, iluminados con intensas luces (proyectadas por tachos), que junto a la música, compuesta por uno de los hijos del artista, acompaña el recorrido y lo hacen una experiencia dramática, casi teatral.
Las obras se estructuran en tres grandes capítulos: la serie de las mesas, las serpientes y las víboras. En el primero, las esculturas aparecen como objetos animados que sufren perforaciones, cortes y diversas intervenciones para contar historias. Una idea que subyace es la del sacrificio, pues la mesa, que en sentido corriente evoca el ágape comunitario, se vuelve también un lugar ritual o una víctima de misteriosas ceremonias.
Algunas de las piezas son acompañadas por videos que muestran actos preformáticos protagonizados por el artista, que brindan una experiencia interdisciplinaria. “Hicimos teatralizaciones y las filmamos. Una de mis hijas es cineasta y mi hijo es músico, de modo que ellos me acompañaron en este proyecto”, contó el artista.
El otro núcleo temático está dado por obras que Chalo Tulián divide en dos grupos: las serpientes (que son de madera) y las víboras (que son de hierro). Se trata de piezas sintéticas, cargadas de la densidad simbólica que suponen estos seres que, como señala Jung, encarnan el psiquismo oscuro, lo raro, incomprensible o misterioso. No hay, sin embargo nada más común que una serpiente, nada más simple. Pero no hay sin duda nada más escandaloso para el espíritu, en virtud de esa misma simplicidad.
Vital, intensa y vigorosa, como la naturaleza, la obra del artista exhibida por estos días, representa en cierta forma una vuelta a sus orígenes y materializa la asombrosa capacidad transformadora de este escultor, en todas sus facetas. Hasta el 24 de septiembre, La mesa donde desayunó Mandinga, está servida.

Ubicación

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Av. España y J. A. Maza Ciudad de Mendoza.