Proponer esta muestra que reúne pinturas de Carolina Cerverizzo y de Clarisa Cassiau supone un reto interesante y placentero. La obra de cada una de estas artistas tiene una fuerza expresiva en sí misma, inmanente, que se desprende de un lenguaje singular, en el que la línea y el color bastan para que aparezcan la belleza y el equilibrio en un espacio plástico de absoluta potencia.

En Cassiau, el movimiento de las líneas y el uso vibrante del color manifiestan la contundencia del concepto plástico. En Cerverizzo, se percibe una trama sutil entre diagonales y rectas que se funden en el plano. Ellas nos regalan la posibilidad de disfrutar de la belleza de la pintura sin ardides ni artificios: solo la forma y el color.

Ambas artistas poseen una extensa y reconocida trayectoria y no fue casual que en algún punto de sus vidas se cruzaran con Raúl Lozza, el maestro de la forma y el color. Así, entre tinturas y pinceles, surgió una profunda amistad que duró hasta el final de sus días. Los unía la pasión por el arte, la insuperable atracción del color y, cómo no, las cuestiones filosóficas de la vida también.

Lo que hoy con gran satisfacción presentamos -justamente en el mes aniversario de la fundación del Museo- es más que una muestra de pintura: es un reencuentro entre amigos, una dialéctica de la creación artística, un regocijo visual.

 Marcela Scelza – Roberto Amena