Celina Baldasarre
La Tierra que habito # 4
06/10/2016 - 25/11/2016
FUNDACIÓN ICBC
Bartolomé Mitre 562 - 8vo Piso
Celina Baldasarre

Curaduría de Victoria Tolomei y Eduardo Stupia, curador invitado

“La tierra que habito” es un ciclo conformado por cuatro exhibiciones individuales de artistas que pertenecen a distintas provincias de nuestro país. En cada muestra del programa se analiza la noción de territorio, no como una condición inherente del mundo y la geografía sino como algo definido por las personas a través de sus propios puntos de vista, y cómo el mundo que los rodea influye en sus personalidades.

La cuarta exhibición del programa, compuesta por obras de Celina Baldasarre es el resultado de una serie de investigaciones en distintos soportes y técnicas en las que la madera, el fuego, el carbón y el mineral aparecen como temas recurrentes. Uno de los ejes de reflexión de la muestra planteado por Eduardo Stupia y Victoria Tolomei tiene que ver con la tierra en su estado original.
“Hay algo en las obras de Celina que genera cierta perturbación, territorios deshabitados, en aparente quietud pero que generan cierta tensión. La misma calma que precede a una gran tormenta”, observó Victoria Tolomei.
El paso del tiempo es una de las búsquedas reflexivas más presentes en el trabajo de Celina Baldasarre, son obras que transitan entre el devenir constante y el pasado cargado de romanticismo.

La Tierra que Habito #4 Celina Baldasarre

por Eduardo Stupía

Un pequeño, escort debug maestro la figurate esquemática de un hombre encaramado al tope de un túmulo oscuro, irregularmente piramidal, del cual surge lo que podría ser un humo blanco, quizás provocado por la acción de ese mismo personaje, quien al parecer atiza o remueve con una larga vara o cayado esa pira oscura, presumiblemente de carbón o asfalto. El escenario es boscoso, y la acción transcurre en un claro de la espesura, en el centro del cuadro. Otro dibujo muestra, en un plano más cercano, a ese mismo hombre, o a otro, munido de un implemento parecido a una azada, y también haciendo pie en una superficie aplanada sobre lo que parece ser una montaña de leña, o bien, otra vez, de carbón. En ambos casos, se trata de un trabajo físico ejecutado sobre un material peculiar, que se adivina resistente, y que parece pertenecer al ámbito de las materias primas.

Celina Baldasarre traza un círculo de significaciones y metáforas que, podría decirse, arranca con estas dos escenas, y continúa sobre el soporte insólito y exigente de enormes rollos de papel en un formato cuyo lado vertical mide más de tres metros. En lo que parece un ejemplo explícito, casi monumental, de la dramática y despareja relación de fuerzas del individuo y la materia, Baldasarre vuelca sobre el espectador una suerte de acumulación aluvional de pedazos de carbón dibujados justamente a carbonilla y tinta negra, provocando una módica tautología conceptual que no abandonará nunca, y que llevará hasta las últimas consecuencias con la inclusión, en el ámbito de la maestro, de piezas de mobiliario carbonizadas.

En los enormes papeles, fatigando hasta el último resquicio de un plano rebatido y sin aire, un adoquinado de formas análogas aunque irregulares se agolpan, entremezclan y amontonan unas sobre otras, contra otras, como si hubieran sido descargadas de un camión remolque frente a los ojos de la artista, o bien como si ésta hubiera presenciado un alud volcánico que de repente se congela y queda inmóvil, cristalizado y perfectamente encastrado en sus infinitas partes, como la pared vertical de una montaña antediluviana. Baldasarre logra aquí, por lo pronto, que la conformación artificial de semejante artefacto gráfico parezca el registro de un fenómeno natural, sin que por ello deje de revelarse ante nosotros la naturaleza misma del debug. Del mismo modo, esos objetos rescatados del mundo doméstico como restos, o reliquias, de una quemazón terminal, hacen que la presencia del carbón, en su estado sólido o líquido, sea multifuncional, en tanto recurso básico, registro referencial y ingrediente poético: el carbón como origen, principio activo e inductor del esfuerzo laboral en tanto yacimiento y combustible, herramienta de dibujo, y evidencia de extinción.

Vistos los rollos en detalle, la espectacular diversidad de trazos y ritmos lineales, la perfecta noción del verosímil objetual de cada elemento junto con la notable soltura para la diversificación infinita de grafismos y texturas, y la exacta disposición reticular de los infinitos trozos, construidos con una modulación de la línea en acabada economía de medios, tienen el destello y la inventiva del lenguaje avanzado del dibujo, y a la vez la precisión de una improvisada incursión en la historia natural. Esa doble cualidad es todavía más palpable en aquellas piezas donde cada uno de los elementos descriptos, que parece extraído por un baqueano de aquel muro carbónico, está aislado en la página, en cercanía contigua pero suficientemente aireado en relación a todos los demás, y se recorta en su delicado detallismo corpóreo con la categoría de un estudio geológico. En esta instancia, cada elemento flota en un plano intacto, que podría percibirse como espacio ilusorio o bien como el soporte neutral que, en los museos, sostiene los especímenes exhibidos.

De un modo u otro, y sin descuidar nunca la suma atención puesta en la delicadeza y el equilibrio formal, Celina Baldasarre parece interrogarse, e interrogarnos, sobre las magnitudes, cualidades y condiciones del trabajo manual, corporal, intelectual y eventualmente artístico, que demanda nuestra fatigosa relación de armonía, conflicto y transformación con el mundo físico. 

Eduardo Stupia, Buenos Aires, septiembre 2016

Acerca del artista

Vive y trabaja en Buenos Aires, Argentina

Recibida como Arquitecta en la Universidad de Buenos Aires, Facultad de Arquitectura, Diseño y Urbanismo (FADU-UBA) (2000)

Desde el año 2014 integra el colectivo VIENTO DORADO junto a Mili Poy y Ornella Pocetti

Exposiciones Individuales

2012 Pinturas, Espacio Matienzo, Buenos Aires 2
2010 Pinturas, Texto de Verónica Romano. Elefante, Buenos Aires
2007 Pinturas, Galería Casart, San Telmo, Buenos Aires
2004 Dibujos, Librería Muga, Madrid, España
2003 Animada, Galería de Arte La Otra Banda, Mérida, Venezuela

Acerca de FUNDACIÓN ICBC

Fundación ICBC es una organización sin fines de lucro que lleva más de 40 años de actividad en la Argentina. Sus inicios se remontan al 15 de mayo de 1973, con la apertura de Escuela Argentina de la Exportación. Desde entonces la Fundación contribuye con acciones concretas al desarrollo intelectual y espiritual de las personas, en un marco de respeto mutuo e intercambio, a partir de sus tres pilares fundamentales: el comercio exterior (a través de la Capacitación y la formación de Consorcios), la cultura y el compromiso social

Acerca del ESPACIO DE ARTE

Desde 2008 el Espacio de Arte, ubicado en la sede de Fundación ICBC en Riobamba 1279, CABA, organiza exposiciones, muestras y seminarios con artistas emergentes de distintas disciplinas, con el propósito de promover la diversidad y la apreciación de las distintas culturas, en el marco de la construcción colectiva de nuestra identidad.  

Agustina Punte

Coordinadora del área de Cultura - FICBC

ra.moc.cbcif@arutluc