Defensa 1021
Los invitamos a la apertura de la muestra de Carolina Antoniadis "Alba incierta" con curaduría de Florencia Qualina el jueves 8 de junio de 17 a 21hs.
Defensa 1136 - San Telmo, CABA.
Carolina recuerda los años 80'; puntea con velocidad una serie de acontecimientos públicos y privados que van tiñéndose como una tela estampada en batik. Aparecen el clima en Buenos Aires durante la Post dictadura y la devastación sembrada por el modelo económico. En la Escuela Nacional de Bellas Artes "Prilidiano Pueyrredón" la política intervenía de manera constante y las discusiones giraban alrededor de preguntas como ¿existe un arte latinoamericano?; habla acerca del quiebre en la transmisión de las memorias generacionales – "entre el año 85'/87' yo iba a la biblioteca a buscar material del Di Tella y no había nada. La Dictadura había liquidado todo. Alguien tenía alguna revista Flash Art y viajábamos en colectivo una hora y media para verla. Nos formamos así... estaba la revista Artinf y siempre tratábamos de conseguir algún material o por ejemplo, alguien viajaba y te contaba que había visto..." –.
La inmediatez del terrorismo de estado vuelve ominoso: "El exilio de Gardel de Pino Solanas me marcó y el miedo me marcó. El Juicio a las Juntas; escuchar por primera vez los testimonios de los sobrevivientes de los centros clandestinos de detención fueron un punto de inflexión, después nada volvería a ser igual". Eran años de cercanía con artistas como Luis Felipe Noé y Ennio Iommi, instigador en la formación del Grupo de la X en 1987, a partir de entonces comenzó una veloz inserción en el sistema del arte. Ese mismo año tuvo su primera exhibición individual en la galería Altos de Sarmiento y allí ya estaba dispuesto un eje que la acompaña hasta el presente: la fascinación por el espacio doméstico magnetizado por la fuerza de lo femenino. En las pinturas del segundo lustro de los 80' su propio cuarto es un refugio resguardado de la violencia exterior. A través de perspectivas oblicuas y colores extáticos que no guardaban ningún secreto por su admiración a Mattise representaba su propio cuarto. Una mirilla abierta a bibliotecas y placares de los que brotan foulards, cinturones, zapatos semejantes a una caja mágica.
La devoción por la belleza no aparece exenta de ironía, por ejemplo en la exquisita pintura el Príncipe de los Narcisos, un retrato dedicado a un amigo sobre el que no es necesario suponer lo enamorado que estaba de su propio reflejo. Carolina dedica también en este período una serie de obras a sus musas masculinas en un gesto, por cierto infrecuente entre sus colegas, que disloca y revierte la habitual representación del pintor y la modelo. En Un poco de Klimt la pose de él es somnolienta, envuelto entre mantas principescas y empapelados de formas estrelladas; o en los muchos dibujos en los que aparece en brazos de Morfeo, Antoniadis le asigna el rol que tradicionalmente ocupó la mujer, no solo en la Historia del Arte, sino también en los cuentos populares: El es la bella durmiente.
A fuerza de evidencia empírica, Antoniadis adquiere conciencia sobre las desigualdad de condiciones dadas en el campo del arte para las artistas mujeres con respecto a los hombres. Durante los 90' incorpora títulos como "Relaciones peligrosas" o "Problemas de género" ; aborda el cuerpo femenino en encrucijadas descarnadas, agobiantes; integra en el lenguaje pictórico un arco de disciplinas entonces vistas con suspicacia: estampado textil, serigrafía, porcelana.
En una entrevista televisada que mantuvo con Jorge Glusberg, habló con claridad sobre su "intención a hacer imprecisos los límites. Todo se generó porque cuando empecé a pintar amaba a Mattise, a Klimt y todo el mundo me decía: esto es pintura femenina, es decorativo, no es arte. Cómo respuesta a eso fui profundizando lo ornamental cada vez más".
Antoniadis recuerda con otra ráfaga de imágenes y conceptos su percepción de los 90': "un nuevo modelo de sociedad neoliberal que fue vivida sin la conciencia de las consecuencias. Fue época de derroche, de viajes y visitas a museos en el exterior. Una abundancia ficticia". En las multitudes que pueblan sus pinturas de aquel período sobrevuela el mundo globalizado que estalló en el 2001; en la "Bestia tecnológica" de 1998 otro enjambre, esta vez de circuitos integrados de computadora sobre los que estampó un dragón chino, quizás haya augurado el ahora cercano porvenir.
Florencia Qualina.