Paraná 1133
Las imágenes son cuerpos que se tocan. Que se afectan mutuamente al rozarse, que se transforman en el juego recíproco de su proximidad, es una evidencia de los sentidos. Las imágenes no permanecen iguales y la razón de esa inestabilidad está en el hecho de que existen en relación con otras. Son cuerpos relacionales.
Estas afirmaciones están en la base de los sistemas que produce Carola Zech desde hace años. Su obra parece decir que en el dominio de lo sensible todo es provisorio, todo está sujeto a los efectos de atracción y rechazo que produce la contigüidad de las cosas. Desde esta perspectiva, inventar es producir zonas de contacto y esta concepción de la tarea creativa da lugar a su propia galería de figuras poéticas: la inminencia del desplazamiento, el equilibrio precario, la potencia de movimiento que habita en los intervalos.
Entre todas esas percepciones, tal vez la más pregnante en la obra de Zech sea la siguiente: la clausura de unos límites nítidos que no deja de ser negada, desmentida, por la potencia afectiva de los colores. Lo que parece completo y dado de una vez y para siempre es también el resultado contingente de un encuentro. El color es un proceso.
En el ámbito de estas preocupaciones estéticas se ubican las obras que vemos. Hay láminas que se interponen a otras, dejando ver porciones variables de las figuras y produciendo nuevos espacios de color. Hay zonas de interacción entre formas que parecen desancladas, liberadas a un juego de contacto al que rige un arcano principio magnético. Hay formas cortadas, interrumpidas en el encuadre, mientras parecen escapar de su campo vital. Hay formas que titilan con otras con el brillo fugaz de lo irrepetible.
En otros trabajos de fecha reciente la obra de Zech parece gobernada por la intención de mostrar un segundo principio, compatible y complementario con su elogio de la inestabilidad. Es la amplia gestualidad del catálogo: un repertorio ordenado de los materiales con los que trabaja, exposición sistemática de materialidades dotadas de propiedades singulares en cada caso. Cualidades reflectivas, iridiscentes, traslúcidas, metalizadas. Lo que rige este nuevo ademán no es la voluntad de controlar un territorio. Es, simplemente, la antesala de nuevas combinaciones: la preparación de un teatro nuevo, para que nuevos encuentros hallen su lugar.
Juan Cruz Pedroni
La muestra se podrá visitar en Jorge Mara- La Ruche, Paraná 1133, de lunes a viernes de 15 a 19h. Entrada libre y gratuita