Cachimayo 517, esq. Pedro Goyena, Caballito.
El hombre, como un Dios todopoderoso, irrumpe continuamente en el maravilloso equilibrio de la naturaleza; y en su cotidiano accionar la destruye y transforma.
No quiere ser consciente ni preocuparse por lo que provoca o por los restos que deja, en esos restos pone el acento mi obra, en lo que queda después del paso del Dios hombre, visibilizando lo que no se quiere ver, despertando conciencia.
La obra nos habla de la vida y también de la muerte, como el vivir provoca continuamente muerte, siendo esta una consecuencia inevitable.
Quiero pensar la irrupción del hombre posiblemente menos destructiva y más en armonía con la madre tierra, tomando de ella lo mínimo, lo menos destructivo y transformador. Mi obra trata de poner en evidencia lo que no queremos ver, lo que con nuestro descuidado accionar provocamos y nos propone una reflexión.