Av. San Juan 350
Como seres mitológicos que regresan para realizar un antiguo ritual, los personajes del bestiario que Carla Grunauer, reúne en esta primera exposición individual en un museo transmiten la presencia mágica de dioses arcaicos, mitad humanos y mitad animales, reencarnados en nuevas formas modernistas que les otorgan una extraña y sugerente luminosidad.
Tras una trayectoria centrada en el dibujo y la pintura, Grunauer desarrolla un trabajo escultórico inédito, con piezas en las que las formas biológicas parecen recrear el proceso vital de criaturas blandas en constante trance y metamorfosis. Junto con una serie de pinturas realizadas con fibra sobre tela de polietileno de las que parecen surgir partes de esqueletos o restos óseos, la exposición reúne un conjunto de obras en las que la fragmentación y la transformación orgánica de los cuerpos componen una imagen potente de ofrenda y sacrificio.
El carácter solemne y religioso que aparece con la presencia de esculturas y frisos en el espacio contrasta con el humor y la vivacidad que les da a las obras la fosforescencia de su paleta de colores y la inclusión de objetos inesperados, como nidos y tacones de zapatos. Así, el panteón de criaturas que habita la exposición puede sorprendernos con el encuentro inesperado entre un pie gigante, una cabeza aplastada y una lombriz que se contorsiona.
A través de estas imágenes, Grunauer amplía un imaginario centrado en el cuerpo y la experimentación con sus límites. Su interés por la variación constante y la transformación se plasma en las características fluidas de las formas, acentuadas por el tono acuoso de las piezas. Entre el nido, la oruga y el esqueleto, Grunauer atrapa en sus obras el carácter continuo y multiforme de la vida, que no dejará nunca de cambiar.