Son y no son. Una masa humana que se aproxima al espectador y lo mantiene expectante ante la posible inminencia de la acción: ¿estamos ante la celebración de la lucha o frente a la hostilidad manifiesta?. En las obras que presenta Beby Figuerero, las individualidades se integran formando un Uno absoluto que hace más fuerte a las partes en su sumatoria; un acto colectivo que no se asocia directamente con una veracidad histórica pero que resulta verosímil. Escenarios fantásticos creados a partir de postales fotográficas y una paleta de colores versátil, generando operaciones plásticas que se extienden a lo largo de cada una de las obras grupales de gran formato y que en las más pequeñas -donde los retratos reclaman protagonismo- se simplifican al extremo, pasando de la estridencia fluorescente a los pasteles, hasta llegar a los silencios con ausencia de color y donde únicamente, apelando al grafismo del dibujo, Figuerero traza figuras contundentes. Difícil tarea. Con la mirada experta de Sergio Bazán como curador de la muestra -conocedor del proceso y desarrollo de la obra de la artista a lo largo de los años- el corpus seleccionado cobra forma y revela un período de intensa elaboración y cuestionamientos sobre materialidades y conceptualizaciones. En palabras de Bazán “la obra tiene algo de cambiar o mover la historia; personas que acceden a un espacio con una actitud entre el desafío y la súplica. Y llegan de una manera encadenada, como una suerte de nueva ocupación, como la idea de hacer un cambio en el valor moral de cómo están plateadas las cosas. Todo se construye en un hecho pictórico más allá de lo ideológico porque cada imagen es leída desde lo que cada uno lleva dentro. Me interesa cómo está planteado el clima del color, el cual propone otro desafío que entra en juego. Las imágenes de estas obras están ligadas a los mitos, la historia, la tradición Latinoamericana, como si la tierra temblara y diera origen a los cuerpos”. Por su lado, y planteando una suerte de dialéctica entre miradas, Beby entiende que sus obras son producto de la exploración de los rostros humanos en su carácter de máscaras. Es allí donde lo colectivo se manifiesta: en el ritual latente en el inconsciente colectivo. “La cosmogonía de las comunidades originarias como eje a través del cual guiar nuestro regreso hacia un vínculo más auténtico y más sano con la Tierra. Los bailes como expresión de una pulsión humana, como grito de guerra del cuerpo ante la alienación”, dice la artista. Personalmente, encuentro que Beby logra ejercer en ese indagar sobre los rostros, un señalamiento que no puede ser indiferente a su propia mirada sensible frente a un estado de situación político-social universal. Es la pintura su herramienta, su aliada para poner el acento en aquello que da cuenta, tal sus palabras, de “la existencia de una resistencia pacífica pero para nada pasiva de grupos humanos, culturas, símbolos, rituales, creencias alternativas a las propuestas dominantes; un reservorio humano y natural de todo aquello de los que nos ha alejado la vida urbana, la tecnología, la tecnocracia, las pretensiones del confort. Esas fuerzas ya no están en silencio. O, al menos, ya no gritan al vacío”. Creo que un artista siempre derrama en la obra mucho más de lo que cree. Y no es esta la excepción: habita en estos trabajos un sentir profundo, una convicción sobre los valores que guían una vida, una emotividad que transita de la efervescencia hasta la nostalgia, de la complejidad a la síntesis de recursos, todo atravesado por un espíritu irreverente, fresco, un salto sin red constante que va haciendo camino acorde las obras se revelan. Beby Figuerero piensa en restituir lazos con el entorno, con el ser de la naturaleza, con y entre humanos en el reconocimiento del otro y su otredad, con todo lo que ello implica. Y cierro con las palabras de Bazán que dan título a este trabajo. Como si la tierra temblara, me llevó a construir una imagen mental donde la tierra abría sus entrañas en la agitación, para así dejar brotar a una multitud sin nombre, sin identidad definida más que dentro de ese grupo que los hermana. Son y no son porque la mirada de la artista reelabora y crea, a partir de ellos, una realidad nueva; ya no son pueblos geográficamente localizables ni rituales reconocibles sino que las imágenes de Beby proponen una revisión en el campo de lo imaginario. Y será quizás, gracias a ese poder de la imaginación, que los mensajes más contundentes pueden derramarse entre los intersticios de la razón, llegando a la médula de quienes los escuchan con el alma.
Lic. María Carolina Baulo, Septiembre 2023
Con curaduría Sergio Bazán, la muestra se podrá visitar de lunes a jueves de 14.30 a 18.30 en Pasaje 865, Humberto Primo 865.
Entrada libre y gratuita.