Av. Poeta Lugones 411 Av. Poeta Lugones 411
La Agencia Córdoba Cultura junto al Museo Emilio Caraffa (Av. Poeta Lugones 411), invitan a la inauguración del próximo bloque de muestras que se llevará a cabo el jueves 13 de junio a las 19hs. en la sede del museo.
Dentro de las nuevas propuestas, en la Sala 1 se podrá verla muestra “Antonio Pezzino, hacia el origen (Córdoba, 1921 – Montevideo, 2004)”, una exposición retrospectiva de este artista cordobés que comenzó su formación en la Academia de Bellas Artes “Dr. José Figueroa Alcorta”, aunque siendo muy joven partió hacia Montevideo en busca de las enseñanzas del maestro Joaquín Torres García. La muestra, que cuenta con la curaduría de Tomás Bondone y Cristina Rossi, presenta más de un centenar de obras y está organizada alrededor de cinco módulos. Los primeros cuatro están integrados por la etapa formativa, el período constructivo, los procesos de transición de la imagen y los desarrollos de una abstracción libre y sígnica. En ellos se pueden seguir desde el momento de asimilación de la lección constructiva hasta la rearticulación de la imagen a partir del encuentro con otras culturas, especialmente las experiencias del budismo Zen que impulsaron el gesto espontáneo.
En la etapa de formación se presenta una introducción al ambiente del Taller Torres García en el que sus obras tempranas dialogan de las de algunos compañeros y el quinto núcleo se dedica a desplegar sus trabajos en diseño gráfico, área a través de la cual logró insertar el carácter sensible de su arte en las piezas gráficas puestas al servicio de la comunicación, otra respuesta al programa vanguardista torresgarciano de inserción de sus producciones en la vida cotidiana.
La exposición ANTONIO PEZZINO, hacia el origen propone un recorrido a través de la obra plástica y de los proyectos realizados en el área del diseño gráfico por este artista cordobés que comenzó su formación en la Academia de Bellas Artes “Dr. José Figueroa Alcorta”, aunque siendo muy joven partió hacia Mon- tevideo en busca de las enseñanzas del maestro Joaquín Torres García, ciudad en la que desarrolló su vida y toda su trayectoria artística.
En el pasaje desde el presente al pasado, toda exhibición retrospectiva supone un retorno hacia el origen; tránsito que, en este caso, también resulta productivo para pensar el regreso de Pezzino a su ciudad natal a través de la presentación de esta muestra panorámica.
Incluso, al poner en la historia los derroteros de aquel joven cordobés inclinado hacia el arte, observamos que él mismo, tem- pranamente, había emprendido un viaje hacia los orígenes de la civilización americana, cuando decidió viajar a Bolivia con Luis Ansa, su compañero de la Academia. Allí se establecieron en Tiahuanaco y permanecieron durante algunos meses dibujando las cerámicas que encontraban. Sensibilizado por aquellas cul- turas ancestrales, en la biblioteca del Museo Nacional de Bellas Artes, Pezzino encontró los libros Estructura y Universalismo Constructivo de Joaquín Torres García, que proponían una relectura de la metafísica indoamericana. El entusiasmo producido por el descubrimiento fue tal que decidió viajar a Uruguay para conocer al autor de esas publicaciones, y en la primavera de 1945 llegó a Montevideo con su amigo Jorge Brito.
Se sumó así a los discípulos que integraban el Taller Torres García – un ámbito que amalgamaba la tradición de raíz indoameri- cana y la vanguardia – y, trabajando allí, Pezzino abrazó la regla constructiva. Las pautas del maestro se articulaban alrededor de la idea de una estructura regida por la sección áurea que, al relacionar las partes y el todo, logra la unidad de la obra. Para esta concepción, el artista crea un lenguaje universal y simbólico, que no imita ni “representa” la realidad, y tampoco se asienta sobre una narrativa, sino que sintetiza una idea en un repertorio de símbolos alojados en la ortogonalidad de la grilla. En 1954, Pezzino emprendió un viaje a Europa junto a sus com-pañeros Manuel Aguiar y José Gurvich, para estudiar en los mu-seos de España, Italia y Francia. Si bien tomó apuntes de los maestros del arte occidental que conocía y admiraba –Sandro Botticelli, Amedeo Modigliani, Robert Delaunay, los impresio-nistas, los neoimpresionistas, etc.–, fue el contacto con las pro-ducciones de las culturas orientales el que marcó la huella más profunda de esta experiencia. Dirección que, incluso, se potenció al reencontrarse con su viejo amigo Ansa –en esos días radicado en París–, que lo acercó a las lecturas de George Gurdjieff. Este contacto con las raíces filosóficas y artísticas de Oriente produjo una fuerte conmoción en su poética. Como integrante del Taller Torres García, en ese tiempo, además de haber internalizado las pautas torresgarcianas, había com-prendido que el camino del artista debía abrirse paso en el tiempo buscando que su propia obra trascendiera. Precisamente esta exposición despliega su obra y pone el acento en las transformaciones a través de las cuales Pezzino fue canalizando su propia búsqueda de un lenguaje plástico universal; procesos de cambios que, al mismo tiempo, permiten reconocer las vinculaciones con las enseñanzas torresgarcianas.
La obra y los archivos de Pezzino fueron cuidadosamente conservados por su esposa Leticia Barrán y los cuatros hijos del matrimonio: Juan Lucas, Martha, Josefina y Javier. La consulta de las fuentes pertenecientes a ese acervo ha posibilitado la in-vestigación sobre la que se apoya esta exposición que permitirá contemplar, conocer y sentir el singular legado que creó desde el sur de Sudamérica. A quince años de su muerte, la presentación de ANTONIO PEZZINO, hacia el origen constituye un merecido recono-cimiento para este artista cordobés que fue uno de los pocos integrantes del Taller Torres García de nacionalidad argentina.