Godoy Cruz 2626 - Distrito Arcos
Sobre Inventarios
La muestra abarca un intervalo de más de cuarenta años a través de cinco series, en la que es posible ver la notable continuidad de su obra y, al mismo tiempo, de qué modo los espectaculares desarrollos técnicos han impulsado cambios estéticos que -finalmente- desembocaron en su último y monumental trabajo: Vivir en la tierra.
En Ezeiza, 20 de junio de 1973, el artista nos muestra un registro lateral de los terribles acontecimientos que sucedieron ese día. Como dice Néstor García Canclini: “Las fotos no se detuvieron en el palco, al que Perón no llegó, y que fue protagonista en la batalla, ni en los discursos o tiroteos. Vemos el ómnibus desbordado de gente, las sonrisas, las miradas cómplices, los cuerpos subidos a lo más alto del árbol para mirar lo que después no sucedió y quedar, sin preverlo, en el lugar más expuesto a las balas. Claramente, Goldstein no es el reportero encargado de ilustrar la noticia. Es el interesado en las expectativas de los ciudadanos.”
En la serie Río Cuarto, tomada en 1974, comienza a acercarse a sus modelos. Según Canclini: “A finales de 1974, la Universidad de Río Cuarto fue cerrada por el gobierno y Goldstein, que daba la Cátedra de Fotografía, fue expulsado junto con la mayoría de sus profesores. Las imágenes tomadas en Río Cuarto a lo largo de ese año muestran mayor diversidad de posiciones y hasta la resistencia de dos mujeres a que las registren: una se tapa la cara con la mano, otra se aleja subiendo al vagón del circo. En este último lugar, el rostro más expresivo y feliz de la serie -la niña que manifiesta, quizás, cierta incomodidad metiendo su dedo en la nariz, aunque sonríe- declara su acuerdo con la cercanía del fotógrafo y éste responde dando a su rostro un lugar central, poderoso, en el conjunto de lo que se ve.”
Según Goldstein, La muerte de la muerte, realizada en 1979, “es un ensayo acerca de la fragilidad de la memoria; fragilidad que alcanza su expresión plástica en esos retratos grabados sobre esmaltes que en cementerios de diversos países presiden las tumbas: al principio adornadas y limpias, luego polvorientas, envejecidas y difuminadas hasta la evanescencia por el inexorable paso del tiempo.” Sin embargo, Sara Facio, al referirse a esta serie en los años posteriores a la sangrienta dictadura militar, afirmaba que “mostrar la imagen de una tumba abandonada hacía ver en ella la cárcel, la muerte y el olvido”
Las series Gente en su casa y Vivir en la tierra son parte de un proyecto que Goldstein viene desarrollando sistemáticamente desde hace más de treinta años. Comenzó preguntándose ¿De qué modo presentarían hoy las personas ante la cámara si el fotógrafo intentara no alterar la escena? ¿Cual sería la estética social, cuales las costumbres que se pondrían al descubierto? ¿Existiría un mandato social específico que las llevara a presentarse ante la cámara de tal o cual forma? ¿Mostrarían patrones comunes los diversos grupos? Goldstein cuenta que “para que mis modelos comprendieran la importancia que sus decisiones tendrían para ellos en el futuro decidí diseñar unas reglas “rituales”: la primera regla fue invitarles a posar -no “para mí”- sino “para un libro de fotos”; la segunda fue dejar la elección de “dónde, cómo y cuándo” en sus manos. Yo, por mi parte, decidí prescindir de la fugacidad de la instantánea y remitirme a los larguísimos tiempos de exposición de la época de los daguerrotipos. También me reservé la elección del punto de vista, lo que me permitiría mostrar el contexto en el que la persona se presentaba.”
Gente en su casa fue realizado en 1985, antes de la revolución digital y Vivir en la tierra en 2012. Entra ambas hay un abismo tecnológico y estético, pero es notable advertir cómo la continuidad del proyecto se mantiene y, al mismo tiempo, es afectado por las nuevas tecnologías que le han posibilitado al fotógrafo profundizar y llevar a niveles que hace poco tiempo eran impensables su investigación artística.