Av. San Juan 350
Andrés Aizicovich (Buenos Aires, 1985) es un artista inventor. Romántico, evoca la figura del idealista que crea tecnologías que modifican las condiciones materiales y poéticas del mundo. Con el ingenio y el espíritu visionario propio de las utopías, sus objetos e instalaciones buscan reinventar las dinámicas comunicacionales y proponer nuevos caminos para el encuentro.
La instalación aquí presentada, producida especialmente para esta exposición, propone un objetivo singular: establecer contacto con vida extraterrestre, con antepasados e incluso con dimensiones desconocidas de nuestra conciencia, en las cuales podamos encontrar nuevas claves de armonía para vivir juntos. Semejante a la fusión entre un órgano de vidrio y una antena satelital, se ejecuta al acariciar teclas de cristal con los dedos. Este principio se inspira en el Cristal Baschet, instrumento de enorme peculiaridad creado en 1952 por François y Bernard Baschet, desarrollado como una herramienta pedagógica para desarticular el monopolio del oído en la enseñanza académica musical. A partir del tacto, la obra de Aizicovich inicia el ritual de comunicación: como en la era digital, en las prácticas de espiritismo y en la música, el acto de tocar una superficie es el gesto por excelencia de conexión.
El artista sospecha de la hiperconectividad exacerbada que impone la vida contemporánea, asume la preocupación por el deterioro de los vínculos sociales y propone una tecnología que resensibiliza la percepción y favorece el encuentro colaborativo entre los visitantes. Esta obra puede ser, al mismo tiempo, un canal de meditación, un instrumento, un juego y también un canal de conexión con el espacio y con otras dimensiones. Aizicovich imagina mensajes y pensamientos sonoros que viajan por el cosmos a la espera de una escucha, un contacto, una respuesta, un eslabón por construir en nuestra cadena de comunicación. Así, convierte a la sala del museo en una gran antena: una base emisora y receptora que atraviesa el ruido blanco y la indiferencia que limita la relación diaria con los otros, para movilizar nuevas expresiones y encuentros.
Exposición curada por Laura Hakel.