Viamonte y San Martín
ACRILIA es una instalación de la arquitecta multifacética Ana Rascovsky, desarrollada para el sitio específico y con relación a la propuesta temporaria del Centro Cultural en torno a Ficciones de Jorge Luis Borges, con curaduría de Máximo Jacoby.
Una serie de instalaciones, desplegadas en el espacio en mesas y paredes, agrupan maquetas realizadas en acrílicos cortados a láser que forman escenas conectadas entre sí con una fábula como narrativa que el espectador va a explorar en la medida que recorre por la sala.
Los visitantes descubrirán que ACRILIA está integrada por mágicas y tenebrosas escenas donde adentrarse: Bosque encantado, Bruma, Migraciones, Inundación, Circo, Zoológico, Parque de diversiones, Trampa y Fiesta de Hongos, dialogan entre ellas en el espacio del Centro Cultural.
Personajes de la fábula, pequeños y minuciosos, serán los habitantes y protagonistas de las escenas; y serán presentados al visitante de manera inusual. La fábula, escrita por la artista, será el hilo conductor que guiará el recorrido de ACRILIA.
ACRILIA da visibilidad a casi medio centenar de obras, dispuestas de una particular y específica manera en la Sala Borges, una propuesta contemporánea que permita a los espectadores atravesar nuevas formas de bucear, no solo en el trabajo de Rascovsky, sino también, hacer posible nuevas lecturas sobre la obra de Borges en el contexto de esta conversación.
La totalidad de las obras que conforman ACRILIA, son realizadas con sobrantes, retazos y descartes de acrílico que la empresa Paolini le cede a la artista. Ella, con cautela, minuciosidad y aprovechando al máximo cada centímetro del acrílico, se inserta de este modo en la cadena de producción como un engranaje más. Asimismo Rascovsky, reutiliza su propio sobrante para la realización de talleres o los propios negativos de sus obras; y por último; el sobrante final lo restituye a la empresa para su reciclado.
Ana Rascovsky-ACRILIA
La presente exposición tiene como objetivo mostrar los hallazgos descubiertos durante la expedición Ataraxia, dirigida por la eminente científica Dra. Lina Schultz, en las remotas cuevas de Kavac, ubicadas en el norte de Venezuela. Los especímenes de Acrilii expuestos en esta muestra representan la última descendencia de una civilización extinta que se desarrolló en la región entre los años 2000 y 2020: Acrilia. Estos especímenes- los Acrilii- de los cuales se han descubierto 216 ejemplares del mismo reino (Animalia), presentan una variación sin precedentes en su clase.
Como bien señaló el destacado zoólogo japonés, Dr. Hiroshi Nishioka, "los Acrilii son animales complejos, que presentan una estructura única en el reino animal. Cada uno de ellos está conformado por piezas individuales, lo que les confiere una identidad propia y particular, ya que logran redefinirse al separar sus partes.". Este aspecto ha sido objeto de estudio por parte de diversos científicos, quienes han analizado la morfología y la anatomía de estos animales, así como sus interacciones con el entorno.
Durante la expedición se encontraron, junto con estos especímenes, una gran cantidad de documentos gráficos y escritos, entre los que se incluyen planos, textos y bocetos que permitieron reconstruir la historia de dicha civilización. Este proceso fue llevado a cabo por un equipo de profesionales, que colaboraron en la elaboración de esta exposición.
La exposición ofrece una narración de la historia de la civilización de Acrilii, incluyendo sus cuentos, personajes, creencias, sonidos y detalles que conformaban su cultura. Asimismo, se complementa con un sitio web – acrilia.net- donde se alojan los Documentos Encontrados y demás material obtenido en la expedición.
En resumen, esta exposición ofrece una fascinante mirada sobre una civilización extinta y sus especies, proporcionando información sobre su entorno y hábitat , destacando su importancia en la comprensión de la evolución y adaptación de las especies a su entorno.
La vida en el Bosque Maravilloso era feliz. Niños, niñas, Monona, Totono, Aleca, zorros, conejos, enanos de madera y gatos, jugaban juntos con la Dama de la Noche, la Princesa Árbol, el Rey Pino, el Duque Tornado, y demás espíritus del bosque. Todos los días eran como un domingo. Por las mañanas caminaban en fila india por la ruta, cada uno con su barrilete, a visitar el Cementerio de Animales.
Un día, apareció una gran sustancia muy contagiosa y todos debieron guardarse en sus interiores. Mientras que otras fuerzas salían a la luz.
Así, las máquinas aprovecharon el espacio vacío y silencioso y enviaron a sus robots a ocuparlo.
Al mismo tiempo la Naturaleza reaccionó y se liberó expandiéndose a los lugares donde antes no accedía. Desencadenó fuegos, liberó agua, cubrió puentes, derritió metales. Fue difícil y doloroso y duro. Después de eso nada fue como había sido.
Los humanos debieron mudarse, mutar, aceptar. Modificaron sus entretenimientos. Revisaron sus lujos. Calibraron sus alcances. Y encontraron otras maneras de conectarse.
Pero los habitantes del Bosque de Acrilia querían recuperar su hábitat. Extrañaban su música.
Entonces decidieron armar una fiesta como excusa para atraer y atrapar a los robots.
Prepararon disfraces, trampas, y mecanismos complejos para así cazar a sus oponentes. La naturaleza se alió a ellos y creó un escenario especial para la ocasión.
La fiesta fue un gran éxito. Congregaron a todos los seres y personajes de los alrededores y más allá. Bailaron hasta la medianoche.
Pero, en momento en que darían el gran golpe, algo extraño paso: surgió un sentimiento inusitado, inesperado, increíble y supremo, que generó un enamoramiento interracial general.
Y en vez de cazarlos, se casaron.
Los Acrilii son su descendencia: el producto de lo sucedido en esa noche.
Mi obra se basa en una investigación sobre la creación de mundos de fantasía. Me interesa crear clima con el espacio. Un clima enrarecido, ambiguo, una mezcla entre lo inocente y lo amenazante.
En mi trabajo como arquitecta me dedico a crear mundos reales, concretos, sólidos, con problemas estructurales y de impacto en la vida real. En mi obra artística, en cambio, me libero de estas restricciones para crear mundos que se construyen a través de la ficción. Los personajes son inventados o traídos de otras referencias del mundo de la imaginación como la literatura, el cine, el comic y la música.
En este mundo ficcional sigo siendo arquitecta porque lo que invento no se concreta con palabras o pintura sino que son mundos o escenografías en miniatura, cuya materialidad concreta ya no es la del ladrillo ni la del hormigón, sino la del acrílico. Este material me permite mezclar escalas, jugar con sus diversas transparencias y profundidades; trabajar con la luz, la opacidad y las variaciones de colores.
El acrílico es un material que siempre estuvo presente en mi historia familiar. Mi madre en alguna época produjo unos llaveros de acrílico que yo adoraba. Luego en mis escritorios siempre estuvieron presentes barras de acrilico- como potenciales proyectos.
En la arquitectura las maquetas son solo la representación de la obra que va a ser, pero acá se vuelven la obra misma. Como los chicos cuando juegan, que se meten en el juego como si fuera esa la realidad. Por todo esto, un aspecto importante de mi obra tiene que ver con el mundo infantil, lo lúdico y los juguetes. (La obra es mi juguete y la narrativa interna es el juego - que se deja entrever en la obra.) Las historias que suceden son en diversos niveles, ya que hay muchos niveles de entendimiento: como escenografía, como maqueta, como realidad. La realidad suele ser esa mezcla de inconsciente personal, subjetividad colectiva y hechos que pasan . Este es un mundo en miniatura. Es un mundo ideal? ¿Qué tipo de mundo es? Es un universo. – eso me interesa crear a mi- con sus propias reglas, personajes, clima.
A mí me interesa devolverle la inutilidad al mundo adulto. Me gusta, sin embargo, conservar la ambigüedad en relación al mundo infantil. En ese intersticio se instalan mis piezas, poniendo en cuestión la división entre el mundo adulto y el mundo infantil; entre el mundo de lo útil y el de lo inutil; entre la transparencia y la opacidad; la diversión y el miedo. Lo animal, lo monstruoso y lo salvaje de la naturaleza se meten en la arquitectura humana y mis piezas de acrílico buscan este espacio intermedio de la vida animal en la vida urbana o humana.
Me pregunto cómo se conserva lo infantil en la adultez y cómo nos relacionamos con ese mundo que nos sigue siendo propio y con el que tenemos una intimidad, pero al mismo tiempo ya no reconocemos, no lo usamos, no lo entendemos.