Esmeralda 1357
Esta muestra antológica reúne más de 40 fotografías en blanco y negro realizadas entre las décadas de 1960 y 1980, que dan cuenta de las diversas temáticas que abordó su autora: desnudos, paisajes urbanos de Buenos Aires, retratos y, sobre todo, la fotografía de carácter social que desarrollaría luego en su obra de madurez. Como sostiene Luis Príamo en el texto que acompaña la muestra: “Exposición necesaria ésta que habilita el reencuentro y el diálogo con una obra fotográfica mayor de la segunda mitad del siglo pasado en nuestro país. (...) Expresa con elocuencia el interés de la artista por la vida y peripecias del hombre de su tiempo, a través de una estética que empalma con la doble tradición de las bellas artes y la fotografía de reportaje”.
Alicia y sus fotografías, un reencuentro necesario
Alicia D ́Amico falleció en 2001. Al año siguiente se realizó una exposición de sus retratos de artistas, y desde entonces a hoy sus fotos se vieron de un modo disociado en ferias y exposiciones colectivas, pero no en una muestra individual y con sentido antológico, como la que ahora ofrece Galería Vasari. Exposición necesaria esta, por lo tanto, que habilita el reencuentro y el diálogo con una obra fotográfica mayor de la segunda mitad del siglo pasado en nuestro país, compuesta por imágenes en blanco y negro impresas por la autora y fechadas entre 1960 y la década de 1980. Si bien no contiene fotos de las series tardías que Alicia dedicó a los mapuches, a las gentes de nuestras villas miseria o a la problemática feminista, esta muestra expresa con elocuencia el interés de la artista por la vida y peripecias del hombre de su tiempo, a través de una estética que empalma con la doble tradición de las bellas artes y la fotografía de reportaje, según la fórmula acuñada por Paul Strand para definir a la primera vanguardia del siglo pasado.
Los comienzos de la relación de Alicia con la fotografía creativa –concepto nonato por entonces– se establecieron en el Fotoclub Buenos Aires hacia 1960. Varias fotos de ese período, donde predomina la búsqueda compositiva de espíritu geométrico y factura exquisita –herencia de su formación en bellas artes– inician el recorrido de la muestra. Algunas de ellas ya reúnen la mirada sobre el paisaje humano con el gusto por el juego combinatorio de líneas, sombras y masas. La producción posterior que aquí se exhibe pertenece en buena parte a los trabajos que Alicia realizó con Sara Facio para los libros que hicieron en conjunto, tres de ellos en particular: Buenos Aires, Buenos Aires, de 1968; Retratos y autorretratos, de 1973, y Humanario, de 1976.
Buenos Aires, Buenos Aires representó en su momento una continuidad y una ruptura con los autores argentinos de libros fotográficos sobre la ciudad que precedieron a Alicia y Sara: Horacio Coppola, Grete Stern, Hans Mann y Sameer Makarius. Los comentarios de Julio Cortazar en prosa poética y poemas que a la vez preceden e indexan los temas del libro, como también la puesta en página donde las fotos comparten protagonismo con el diseño, conforman un modo nuevo del ensayo fotográfico urbano. Algunos elementos de tal innovación se mantendrán en los títulos siguientes. Por otra parte, la fotografía de Alicia define en estos años sus asuntos dominantes: la difícil geografía del rostro humano en sus retratos de artistas y gente del pueblo, y los problemas sociales que lastiman su conciencia, verbigracia la marginación y el abandono de los internos del Hospital Borda denunciados en Humanario.
La selección fotográfica de esta muestra explicita los temas que mejor acordaban con la sensibilidad y el ojo de Alicia. Aparte de los pocos paisajes que vemos y que pertenecen a la época de su actividad fotoclubística, no volvió a insistir en ese género. Tampoco el desnudo fue tema de su predilección –de hecho su producción fue muy exigua–. Los que hizo a Gato Barbieri parecen más un comentario irónico respecto del género –el hombre como modelo ya implicaba desparpajo en su tiempo– que estudios estéticos en sentido estricto. Fue el retrato, en especial en ambiente, la temática urbana centrada en Buenos Aires y la fotografía social concebida en forma de ensayo, lo que define su obra de madurez.
La serie sobre Buenos Aires elude las vistas de arquitectura y perspectivas convencionales tanto como los tópicos costumbristas. Las fotos del Hospital Borda son de una intensidad y fuerza a la vez frontal y metafórica extraordinarias; al igual que la breve serie dedicada a los desaparecidos, donde el retrato de Renee Epelbaum es una magistral condensación de la tragedia. En la serie de sus retratos, donde destacan los de escritores, no se observa una insistencia de estilo. Pueden ser escorzos violentos sin efectos de luz (Sábato, Onetti), planos frontales y despojados (Borges), o instantáneas en claroscuro (Vargas Llosa, Mallea); en todos sentimos una intuición exacta, y todos nos retienen con fuerza duradera. Esta pregnancia, que caracteriza la obra de Alicia en su conjunto, es prueba segura de la auténtica inspiración fotográfica.
Quienes conocieron a Alicia D ́Amico recuerdan y añoran su integridad personal, su sentido del humor, su natural solidario y afectuoso, su incansable y férrea actividad creadora. Bienvenido este reencuentro con su obra.
Luis Priamo