Nicaragua 4899
Presentación: 25 de agosto 19 hs
Caminan, como dos soledades que se encuentran
Cristina Ferreras abre los viejos álbumes familiares. Intenso y borroso, un mundo de imágenes aún mudas parece llamarla y ella vuelve una y otra vez. Luego, aparecen las palabras, los relatos fragmentarios y ciertos rostros, ciertas zonas de aquellas fotografías cobran nitidez mientras que otras siguen en la sombra. Cristina empieza a tirar de los hilos, vuelve a tejer partes de aquellas historias, y otras las completa con el deseo o la imaginación.
En el largo anexo de este libro, al final, encontraremos los resultados de su investigación. Nombres, fechas, lugares, acontecimientos, viajes, matrimonios, descendencia. Y las fotos encontradas, ordenadas por familias: Ferreras Martín, Sivera Fournel, Müller Lederhos. En el cuerpo principal del libro, toda esa información se vuelve el material de un extenso poema visual de Cristina Ferreras.
Es entonces, a través del juego libre del arte, cuando aquellos protagonistas cobran nueva vida para volver a encarnar, frente a nosotros, sus sueños y resignaciones, sus intrigas amorosas y pasiones desencontradas, sus ardides verbales y sus secretos, sus conquistas y abandonos. A través de las páginas, la artista multiplica lenguajes y metáforas. Del diseño gráfico a la caligrafía infantil, del collage al dibujo, del poema al palimpsesto, de la tachadura a la repetición, de la macha de tinta a la receta de cocina, del mapa a la cuadrícula, de la cita a la invención.
Algo caía en el silencio.
Fotografías y correspondencias eran los pilares de identidad de una familia: rituales que servían para construir una imagen de sí frente a los otros y para conservar los lazos, a menudo separados, en la Argentina inmigrante, por grandes distancias. Pero no traspasaban los códigos de la época, aquellos que separaban claramente la vida privada de la imagen pública. Lo que mueve a Cristina Ferreras no es tanto lo que estas fotografías y estas cartas muestran y dicen sino lo que callan. Con su imaginación manipula estos archivos, los atraviesa, los baraja y da de nuevo, en un esfuerzo sin pausa por extraer la esencia de su silencio.
Y quizás haya algo esencialmente femenino en el secreto. Sí: es un libro de secretos, que no son aquí impúdicamente develados sino amorosamente sugeridos. Su sensualidad consiste en mantener siempre la distancia entre la elegancia de la pose y la inconfesable soberanía del deseo. Como en un poema de amor o un acertijo. Supone un lector suficientemente curioso, capaz de seguir claves numéricas, cartografías fragmentadas, textos superpuestos, capaz de penetrar allí donde la letra se vuelve imagen y la imagen escritura.
Hacia el final, hay una “familia tipo” entre ruinas y con la “a” caída. Ellos parecen no notarlo. Cristina Ferreras no quiere extirpar esas vidas del viejo álbum familiar para entregárnoslas. Quiere que nosotros nos asomemos a él. Solo desde esa distancia (que hoy la cultura delfacebookha abolido) ellos nos devolverán la mirada.
Como dos soledades que se encuentran.
Valeria González
Universidad de Buenos Aires