La importancia de la iniciativa radica en que genera un nuevo escenario expositivo en varias ciudades y además acerca una selecta propuesta al público en situación de tránsito.
Mimo Eidman (1949) presentó varias esculturas imponentes y una serie de pequeño formato, conjugando la fuerza de la madera en algunas y la inmortalidad del bronce en otras. Debido a su formación de arquitecta, la obra está signada por la simplicidad de la composición y una singular conjunción de materiales en busca de la revalorización plástica. En la síntesis abstracta que desarrolla, la artista revela esa pasión intimista donde traduce la simbología privada que identifica a cada “testimonio escultórico”.
Julio Gambero (1981) posa su mirada en la simpleza de la cotidianeidad y desde un inquietante silencio cromático desarrolla un universo de objetos rescatados de un entorno tan inmediato como inusual. La sutileza de la precisión con que el jóven artista pone en diálogo forma y concepto recrea un territorio de potentes significados. Una silla caída y un espejo vencido, una sombra escondida y un latido tímido; son apenas algunas de las potentes imágenes registradas en la serie regida por un aparente vacío pero que sin dudas indaga situaciones esenciales.
La muestra puede verse hasta principios de mayo en el Aeropuerto de Resistencia.