Nota publicada online
Llegó al país mediante un esfuerzo compartido entre varias instituciones, una muestra que contiene todas las claves necesarias para dimensionar la obra del gran artista alemán que activó la posguerra con un aporte indudablemente regenerador.
Por segunda vez en la Argentina, la primera se celebraba hace muchos años en el MAMBA, pero contenía sobre todo papeles y dibujos, algo que está presente en esta versión pero ocupando menos espacio.
Para poder ingresar al universo Beuys hay que estimar la lectura de su propia vida, pues su postulación acerca de la relación entre Arte y Vida desde su adhesión al FLUXUS en 1962 y la fortuna de haber sobrevivido al frente de batalla durante la 2da. Guerra, conforman dos ineludibles notaciones para introducirnos en las obras, a medida que entendamos cómo funciona su proyecto. Confianza en el ser humano, mirada multifacética del mundo, cuestionamientos al sistema educativo oficial, militante de la defensa del medio ambiente, co fundador del Partido Verde en Alemania, promotor de la democracia directa, del boicot al mercado y del arte de la conversación como parte del pensamiento, son partes fundantes que dan consistencia a su trabajo.
Los materiales del reino animal como la cera y la miel o la grasa -que, según su versión nunca corroborada, fueron los que le salvaron la vida luego de que su avión fuera derribado-, junto con el fieltro, son materiales entendidos desde el lugar de su energía vital. Es por su capacidad de proteger y alimentar al ser humano frente al mundo que son elegidos, pero también porque son capaces de mutar, de moverse hacia nuevas formas o estados, con una plasticidad que permite reflexionar sobre su esencia antes que su forma. La grasa y la cera se transforman mediante el calor y la energía, pero una vez alcanzada la forma temporal y provisional como sus propias instalaciones, por su poder metamórfico, pueden remoldearse.
El fieltro posee casi el mismo tipo de aislamiento protector paralelo a la grasa, funciona como un escudo, aísla e incomunica, absorbe los sonidos y los amortigua, capa protectora frente a los acontecimientos no deseados, su color gris enfatiza los colores del entorno. Su obra multiplica los usos, pero estos usos no son autónomos, forman parte de un circuito comunicativo que al despegarse en las acciones donde fueron utilizados, se convierten en signos o documentos, objeto relato depositario de la memoria de estas acciones.
Además de algunas mini instalaciones en Proa se puede ver casi toda su producción fílmica que da cuenta de las acciones y performances. Este material es merecedor de toda la atención del espectador pues no se entiende su peso sin comprender aquello que él ponía en movimiento, con la misma sonrisa sencilla que conserva en las fotos o se percibe en las pantallas. En las tres salas destinadas a la muestra se multiplican las firmas sobre los objetos, los collages, y las fotos, pues su obra está hecha para múltiplo con lo cual derriba el estamento de la obra cristalizada para un museo o un coleccionista de obra única.
Si Beuys procuraba alcanzar la obra de arte total, aquella que articula lo ético, lo político y lo artístico, Duchamp se entusiasmaba con el arte como parte de una filosofía crítica, punzante como un zumbido de reflexión; Warhol procuraba disolver todo gesto artístico en la esfera de las comunicaciones y el mercado; creo que debemos a estos tres activos artistas, algunas de las razones que siguen dirimiéndose en la producción artística contemporánea.
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