Nota publicada online
En los renovados jardines del Museo Larreta, 32 escultores argentinos de varias generaciones renuevan la zaga de Nelly Perazzo “Esculturas en el jardín” como homenaje surgido de los propios artistas:
Natalia Abot Glenz, Claudia Aranovich, Mónica Canzio, María Silvia Corcuera, Bastón Díaz, Pablo Dompé, Lydia Galego, Jorge Gamarra, Marcela Gásperi, Pájaro Gómez, María Guallar, Gabriela Heras, Dora Isdatne, María Ester Joao, Susana Lescano, Ana Lizaso, Edgardo Madanes, Fabio Miniotti, Rodolfo Nardi, Marie Orensanz, Lucía Pacenza, Marina Papadopulos, Carlota Petrolini, José Piuma, Cristina Tomsig, Teresa Tronconi, Mariana Schapiro, Norma Siguelboim, Eugenia Streb, Paulina Webb, Alfredo Williams y Carola Zech.
Hay un empuje nuevo en el Museo de Arte Español Enrique Larreta, sobre todo desde la asunción de Delfina Helguera en la dirección. También se nota el empeño del gobierno de la ciudad para poner en valor los museos, casos comprobables como el Sívori, el de Arte Moderno y especialmente este, donde los jardines lucen muy bien cuidados.
Es tal vez una de las razones por la cual un grupo de artistas, propuso al Museo Larreta realizar tanto un homenaje a Nelly Perazzo como una celebración por la nueva etapa, y justo coincidía la XXva. Edición de un clásico que se mantuvo hasta 2010: Esculturas en el Jardín. Recordemos que el proyecto fue impulsado en 1992 por la especialista en el tema, Nelly Perazzo, cuando percibe claramente que la renovación de la escultura se había poblado intensamente con artistas que exploraban el campo ampliado del concepto tridimensional, agregando lo de blanda, o con materiales desechables y/o corrompibles, o sacadas del contexto blanco neutro de una sala de exposición. Muchas de aquellas ediciones pasadas, se recuerdan entre las artistas por la cantidad de mujeres que participaban y por la enorme libertad en la exploración que la ex directora del Sívori les permitía.
Cuando Nelly acudió el día de la inauguración, se sintió el calor humano y el respeto que se le tiene a una persona que ocupó cargos importantes como ser la primera presidenta de la ANBA, y quien efectivamente, se ocupó del tema escultura en nuestro país. También es muy poético que, en ese jardín morisco, andaluz, un poco selvático y rodeado de setos, aparezcan algunas obras que rompen el cuadro natural, como en el caso de Gabriela Heras con Para desconectar presione el asterisco, de 2011, directamente mimetizada con el tronco que la sustenta a la altura de la vista. Un poco más abajo, en solitario está Black de Cristina Tomsig, una obra de acero esmaltado que se pierde un poco en el piso.
La de Ana Lizaso, Samsara Azul I, de 2004, usa una base y le sirve muy bien para recortarse como un elemento de acoplamiento entre dos mundos. María Silvia Corcuera usa el pedestal como necesidad en su Bebedero de 2016, una pieza que metaforiza un plan común en los jardines que es disponer un lugar donde las aves van a refrescarse, tan necesarias para conectar los dos reinos. El pájaro o su materialización por un artista que lo incorpora como Alfredo Williams (Pájaro Verde, 2010) coloca un punto de atención entre la vegetación circundante. Lo mismo y mejor tal vez juega la pieza de Marina Papadopulos en Trama III porque está muy próxima a un ejemplar que tiene unas raíces a la vista, que tienen resonancia también como trama con la pieza. Claudia Aranovich explora muy bien esa dualidad industrial/natural en una obra que se integra magníficamente al entorno donde se emplaza. Es Hibridación que permite percibir al trasluz una naturaleza indomable.
La memoria de Mariana Schapiro está presente con una pieza de la serie donde exploraba la chapa de hierro De todos los laberintos se sale por arriba, del 2000. Divertida y lúdica la instalación de Paulina Webb Pedime deseos…te los concedo porque vibran en ese paño de jardín con cierta alegría. El azar también se mete en la pieza de María Guallar Péndulo de 2018 porque al acercarnos se leen los nodos posibles de esa pendulación: siempre/ nunca, por ejemplo. También se descubre una sutil relación al lenguaje con una eficacia del oficio para hacerlo visible en la instalación de Marie Orenzans, Para quien…suenan las campanas, donde tulipas blancas tienen la inscripción labrada a mano del título tanto como el calado de las sogas. Lo blando en el tejido de cinta plástica de Eugenia Streb (Inorgánicos en el jardín) y lo múltiple y duro como la pieza de Dora Isdatne Erizo. La fuerza de una construcción en metal como la de Mónica Canzio en Venus de 2012 y el corpus casi natural de la pieza de Lydia Galego La Vianda I, de 2001.
Imperdible, un paseo disfrutable en un lugar con encanto andaluz.
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lalletra corto from Arte Online on Vimeo.