Nota publicada online

viernes 4 de mayo, 2018
Archivo Aldo Sessa
1958-2018: 60 años de imágenes
por Lorena Alfonso
Archivo Aldo Sessa

Las fotografías expuestas fueron cuidadosamente seleccionadas entre 800.000 imágenes en planchas de contactos, negativos, copias impresas o digitales que forman parte del inmenso Archivo Aldo Sessa

De profesión fotógrafo, de naturaleza archivista podría ser el subtítulo que acompañe la presentación de cualquier persona que trabaje haciendo imágenes. Fotografiar, hacer pruebas, revelar, imprimir y copiar constituyen apenas unos pasos en la escalada de acciones que le siguen: seleccionar, agrupar, clasificar, guardar, publicar, editar, exhibir. En el caso del fotógrafo Aldo Sessa, sesenta años de profesión acopiaron un inmenso archivo de 800.000 obras (planchas de contactos, negativos, copias impresas o digitales) al que se enfrentó, con la conducción de Victoria Noorthoorn, un equipo de curadores del Museo de Arte Moderno de Buenos Aires. El resultado es un cartografía visual del artista que traza, del techo al piso, un recorrido por los variados intereses a los que Sessa dedicó su carrera, y su vida.

El montaje (a cargo de la diseñadora, escenógrafa y cineasta brasileña Daniela Thomas) parte en el centro de la pared una línea de horizonte formada por fotografías enmarcadas en cajas pequeñas para luego ir desplegando, arriba y abajo, segmentos temáticos que irán mapeando la mirada. El atlas condensa sus años como fotoperiodista con imágenes de manifestaciones de las Madres de Plaza de Mayo, el traslado del féretro de Juan Domingo Perón y las protestas del 2001; sus recorridos por la ciudad de Buenos Aires que, junto su etapa (1982-1987) como fotógrafo del Teatro Colón, dejan entrever fotografías a color cuya textura corporiza un lenguaje cercano a la pintura; sus viajes por Argentina, Nueva York -ciudad persistentemente icónica- y otras partes del mundo (El Cairo, Inglaterra, Turquía, China, entre otras ciudades), imágenes que bajo diferentes ángulos y perspectivas desafían los clichés del género; las abstracciones experimentales y naturalezas muertas; y los retratos (algunos más famosos que otros) que llaman la atención tanto por ser documentos de época (Federico Manuel Peralta Ramos en el bar Florida Garden, 1987) como por la autenticidad con que Sessa representa a los personajes: el pintor Antonio Seguí con sombrero bombín, Rogelio Polesello y Rómulo Macció refractados, Lisl Steiner en su camarín y el vendedor de lentes fotográficos Bandi Binder con un anteojo en su cabeza pelada, son algunos de ellos. 

Recorrida de sala con Aldo Sessa y Victoria Noorthoorn, curadora de la muestra

  

En la sala que recibe la muestra se puede observar, además, un pequeño muestreo de lo “otro” que forma parte del Archivo Aldo Sessa: documentos, tiras de contacto (marcadas por el posterior trabajo de selección) y fotografías de la edición del material con el MamBA, cámaras fotográficas de diferentes épocas, libros ilustrados por el artista y una pequeña pero exquisita elección de polaroids.          “Siempre trato de tener mi cámara lista, si cambia la luz, corrijo el diafragma, aunque no haya encontrado que fotografiar”. En una oración, Aldo Sessa expresa la naturaleza de un trabajo intenso e inabarcable, cuyo territorio está marcado por el ritmo acompasado de una mirada minuciosa y detallista que registra todo aquello que renueva su imaginación.

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