Alicia Moreau de Justo 1300
En un momento en que se difunden abusos a menores, las obras de Marisa Insúa exploran un mundo que oscila entre la luz y la oscuridad
El miércoles, 11 de abril, a las 18.30, se inaugura en el Pabellón de las Bellas Artes de la UCA, la exposición “Infancia interrumpida”, una conmovedora selección de obras recientes de Marisa Insúa, que recrea fantasías y desdichas de su niñez y expone, desde el arte, las complejidades de esa etapa de la vida, cargada de incógnitas, sueños y temores.
La muestra, curada por Cecilia Cavanagh, Directora del Pabellón, está integrada por medio centenar de obras realizadas en diversas técnicas: xilografías, aguafuertes, dibujos en lápiz e impactantes esculturas textiles de gran tamaño.
La exhibición, con entrada libre y gratuita, se extenderá hasta el 22 de abril.
De martes a domingo, de 11 a 19 hs
En esta muestra, Insua emplaza sus esculturas en instalaciones, con muñecos de niños grotescos, protagonistas de la exhibición de esos cuerpos, que nos evocan a una idea malentendida de la infancia. Una menor como objeto sacrificial rodeada de perros amenazantes, que reinterpretan intimidaciones recibidas de los adultos, se aferra a su muñeca en una realidad cargada de exclusión; o el encierro dentro de un corralito con pisos descuidados, donde los pequeños sin una enseñanza con amor, juegan desde la absoluta ignorancia con fieras ratonas; o la dificultosa trepada a un árbol intentando llegar a aquel nido donde se van a sacar los huevos, sin saber si ello está bien o está mal; o la intensidad del contraste en el dialogo intimo de un secreto arriba de una escalera entre una criatura de piel oscura y los colores chillones de una cotorra; o el más nefasto malestar en la negación de dos amigas a la integración de quien queda aislada y dolida, delatan una niñez a la que le cuesta ser inocente, exponiendo una felicidad no lograda.
Los dibujos expresivos en aguafuertes y aguatintas de chicos acompañados muchas veces de un objeto religioso, un juguete o una mascota, escenifican una triste melancolía, como en la visión sufrida de un cumpleaños con una niña totalmente ignorada por el resto de los invitados; o de jóvenes, ya con trazos más duros y un violento impacto en el espectador, como en las uñas largas de "Juguetes míos" o las lenguas eróticas de los perros y gatos en "Un cuarto propio".
En palabras de la artista, "...¿Qué sucede durante la infancia? Que les sucede a los niños en esos primeros años en el mundo - ¿alegórico, feliz? - ¿que debería acogerlos? El espacio infantil se presenta generalmente como un lugar mitológico, repleto de juegos y colores, que me es necesario repensar y de construir. Fieras, animales, adultos se cuelan en mi obra frente a inocencias clandestinas y mancilladas. La infancia nunca fue un lugar seguro. La familia siempre se presentó como una telaraña compleja de la que es difícil escapar. La llave estará tal vez en aprender a ocultarse, en saber jugar con las fieras, hasta llegar a la adultez ."
La obra de Marisa Insua personifica un conjunto de recuerdos tormentosos que en el proceso de la inventiva y la imaginación, encuentran una manera de ir sobreponiéndose. Incluso tropezamos en su obra con una arrogante presunción, y una insolente soberbia y mando.Infancia interrumpidaen exposición nos inserta en la dimensión del cosmos donde se desarrollan estas historias y el universo que abarca.
Lic. Cecilia Cavanagh
Curadora
Directora del Pabellón de las Bellas Artes