Tarea difícil ha de ser para muchos, ubicar o circunscribir geográficamente a Gustavo Dalinha en el Globo terráqueo.

Aquellos que creen en las divisiones políticas lo encerraran entre determinadas fronteras, adjudicándole una u otra nacionalidad según las convenciones.

Aquellos que creen en la metafísica se esforzaran en trazar las coordenadas espaciales en donde ubicar a nuestro Artista.

Gustavo Dalinha, el Hombre de la Línea, el Hombre de la Frontera resuelve poéticamente esta incógnita, situándose a sí mismo en un país virtual, reflejo o espejismo de su propia cosmogonía, que flota etéreo entre las líneas demarcatorias de dos países establecidos.

Su temprana migración hacia Alemania, Berlín para ser más precisos, confunde la mirada de muchos de sus críticos, que concentran su atención en esta etapa, de gran impacto y crecimiento, en donde el Arista desarrolla su carrera en su Atelier desde antes de la caída del Muro.

Sin embargo, para quienes nacimos en suelo americano, es visible e insoslayable su pertenencia a este brutal y fecundo territorio, presente y detectable en cada rasgo de su Obra.

El impulso salvaje, la Obstinación del Guerrero, el discernimiento ontológico, el rasgo primitivo y poderoso, la Magia del conocimiento heredado, la sangre de quienes lo precedieron, entre el verde denso de la foresta, los nocturnos del Amazonas y el sol impertérrito de las Pampas ubican a Gustavo Dalinha como artista americano, y en esta etapa de madurez y reconocimiento de sus raíces, podemos vislumbrar su excursión alemana como una etapa necesaria y definitoria en su formación, pero nunca como sustancia de su Obra.

Buenos Aires tiene hoy el privilegio de contar con él, quien desde su inexpugnable Taller, espacio sagrado para su Oficio, trabaja con la persistencia e inspiración de siempre, pero más entero, más completo, en su re encuentro con sus raíces profundas.

Como interpretes casuales de su Obra, como observadores perspicaces, intuimos y nos animamos a decir, que la plataforma americana se constituirá en definitiva e irrevocable en la carrera de este cautivante Artista, quien luego de años de laberintos y atomizaciones, puede recomponer y reconstruir su propio espacio de pertenencia, recuperando para siempre todos los rasgos de su identidad.

Marcella Rela/Buenos Aires, Agosto de 2016.